Muy buenas tardes a las y los
presentes, especialmente al cuerpo de funcionarios de nuestra Escuela de
Gobierno y Gestión Pública.
A nombre de Trabajos Voluntarios
Nueva Guanaco, me presento ante ustedes para dar gracias y hacer un
reconocimiento más a la esmerada labor de todos nuestros funcionarios que día a
día son los primeros en llegar y los primeros en entregarnos una mano de ayuda
desinteresada en el desarrollo de nuestras funciones.
Estoy completamente seguro de que
hace 8 años atrás, cuando el voluntariado que represento daba sus primeros
pasos, ustedes tuvieron de manera inmediata la disposición y buena voluntad
para que lleváramos nuestras actividades adelante, por cuanto las gracias que
les damos en esta ocasión no es sólo a nombre de la actual gestión sino de
todas las que condujeron el voluntariado hasta el día de hoy.
A lo largo del año son diversas
las tareas que debemos desarrollar y en cada una de ellas están presentes
ustedes y su labor, en las guías que llevamos a la población los sábados, en el
diario mural que está en el patio, en nuestras reuniones, en la celebración de
nuestros 8 años, llamados telefónicos, en los paseos, en un extenso etcétera en
que vuestras manos son parte imprescindible. Si hasta hoy nos hemos afianzado
en Recoleta, no es por un mérito propio puesto que en cada guía, en cada lápiz
y en cada nuevo voluntario está la mano amiga de nuestros funcionarios y
funcionarias.
En la población Nueva Guanaco,
las y los niños nos dicen tíos, así como nosotros, los estudiantes, los
llamamos a ustedes de forma instintiva o intuitiva y de cierta manera ello
representa un acto de respeto, de gratitud y cariño para con ustedes a quienes,
en general, damos las gracias y reconocemos su trabajo, convencidos de que este
lugar de la Universidad de Chile está hoy de pie gracias a un trabajo conjunto
de todas las áreas, pero la vuestra es la que siempre merece sacarse el
sombrero.
Finalmente, queremos agradecerle
a Jaime Cancino, Paola Calbullanca, a los tíos José Venegas y José Uyarte, a
Verónica Peña, Snéllida Anabalón y Távata Salazar, al tío Luis Venegas, a la
tía Ingrid y Anina, a las tías del casino, a la tía Mellisa y Ximena de
biblioteca y a los guardias que siempre
nos esperan para saludarnos de buena voluntad y con una sonrisa sincera en el
rostro; a don Mauricio Saavedra, señora Angélica Molina, a don Adolfo Morán y a
los profesores Darío Verdugo, Paulina
Vergara y Francisca Quiroga. También a todos aquellos que por diferentes
motivos no están con nosotros entre ellos, Silvia Zúñiga y Mirta Marinao,
también la tía Vivi, tía Lissete, tío Andrés y Ramón que trabajan en INAP y a
los demás funcionarios que desempeñan sus labores en Santa Lucía #240.
Una vez más, muchas gracias.
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